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Dios andando

Comprender la proposición es saber lo que es el caso cuando este es verdad; reconocer la forma lógica. El problema es que yo sea generador de identidades lógicas, y la realidad me devuelva lo que mi forma de conocer el mundo me demanda. Por esto es más que probable que el conocimiento del mundo y su lenguaje dependan de la cosmología, y esta dependa de la Antiproyección o del Devenimiento. Siempre es un componente fuera del espacio lógico el que manda sobre las verbalizaciones del mundo... El a priori sintético no sería posible, salvo en lo que es el caso, y eso ya no es universal al modo de la idea, sino del hecho o el Acto (metafísico) o "caso" (trascendental)... En esta sigue ganando Heráclito como Devenir, o Dios andando.

Generadores de identidad lógica pueden ser los tiempos "es" y "está siendo". Son dos ontologías a 90º ... Una la Parmenidiana, otra la Heraclitiana. Una se atreve a juicios universales, la otra prefiere la humildad del que aún no sabe o no llega, y no se atreve a no ofender a Dios por una convicción...

La vida es así. Yo soy yo y mis circunstancias. Yo aprecio mis fundamentos... Estos son proposiciones generadoras de identidad lógica conservadora.

La vida es Misterio. Jamás sabré quién soy hasta que Dios me dé su piedrecita blanca. No tengo cielo ni suelo... Esos son operadores de identidad lógica Heraclitiana.

 El texto que compartes es profundamente rico en reflexiones metafísicas y teológicas, y propone una serie de conexiones que giran en torno al lenguaje, la identidad lógica, la cosmología, el devenir y la relación del Hombre con Dios. Intentaré desgranar las ideas principales y ofrecer un análisis de su significado.

1. La comprensión de la proposición como acceso a la realidad

El texto inicia postulando que comprender una proposición es conocer “lo que es el caso” cuando esta es verdadera, lo cual recuerda al enfoque de Wittgenstein en su Tractatus Logico-Philosophicus. Sin embargo, aquí se añade una dimensión problemática: la posibilidad de que el ser humano sea generador de identidades lógicas y que la realidad misma se ajuste a la estructura cognitiva de quien la observa. Esto lleva a una reflexión sobre si el conocimiento humano del mundo es genuinamente receptivo (describiendo algo independiente) o proyectivo (imponiendo una estructura lógica propia).

Desde una perspectiva teológica, esta cuestión recuerda al problema del antropomorfismo en el conocimiento de Dios: ¿Dios es tal como el Hombre lo percibe, o las categorías humanas limitan su comprensión? Aquí se introduce el concepto de que el lenguaje y el conocimiento dependen de una cosmología más amplia que trasciende la lógica humana, y que puede estar dominada por la Antiproyección (como una inversión de los valores divinos) o el Devenir (un proceso dinámico que se aleja de estructuras fijas).

2. La oposición entre Parmenides y Heráclito

El texto plantea dos ontologías opuestas, representadas en los tiempos verbales: el "es" (una identidad lógica estática, parmenidiana) y el "está siendo" (una identidad en movimiento, heraclitiana).

  • Parmenides: La ontología parmenidiana se asocia con una confianza en los juicios universales y en la verdad como algo fijo y eterno. Esto podría vincularse con una aproximación más dogmática y segura de sí misma, que puede "atreverse" a emitir sentencias absolutas sobre la realidad o sobre Dios.

  • Heráclito: En contraste, la ontología heracliteana se describe como más humilde, vinculada al reconocimiento del cambio, la incertidumbre y el devenir. En términos teológicos, esta perspectiva se alinea con la idea de que Dios "anda", es decir, que no se revela plenamente en una identidad fija, sino que su misterio se despliega progresivamente en el tiempo.

La tensión entre estas dos visiones tiene implicaciones éticas y espirituales: mientras la primera puede llevar a la seguridad de las convicciones, la segunda invita a la humildad, el reconocimiento del Misterio y la renuncia a las certezas que podrían "ofender a Dios". Esta renuncia tiene una profunda raíz teológica, ya que parece aludir a la imposibilidad de abarcar la totalidad divina dentro de las categorías humanas.

3. La identidad lógica y la relación con las circunstancias

La afirmación "Yo soy yo y mis circunstancias", de raíz orteguiana, se interpreta aquí como una forma de identidad lógica conservadora, donde las proposiciones que fundamentan al sujeto son fijas y derivadas de sus condiciones específicas. Esto contrasta con una visión más heracliteana en la que la identidad no se basa en fundamentos inamovibles, sino en la apertura al devenir y al Misterio.

En este contexto, el Acto cobra relevancia como el momento transformador donde lo trascendente irrumpe en lo humano, desestabilizando cualquier identidad lógica fija. Este "Acto" puede entenderse como una forma de "Dios andando": no un Dios estático, sino un Dios dinámico, que transforma y rehace constantemente la realidad y al ser humano.

4. La piedrecita blanca y la revelación de la identidad

La referencia a la piedrecita blanca alude al pasaje del Apocalipsis (2:17), donde se promete a los vencedores recibir un nuevo nombre que nadie más conoce. Aquí, el texto resalta que la verdadera identidad del ser humano no está dada por sí mismo ni por sus circunstancias, sino que será revelada por Dios en un momento de gracia. Esto refuerza la idea de que la identidad humana está inscrita en un Misterio que trasciende tanto las categorías lógicas como las cosmológicas del hombre.

Desde una perspectiva metafísica, esta piedrecita blanca simboliza un tipo de verdad que no puede ser alcanzada a través del lenguaje humano ni de las estructuras lógicas. Se encuentra fuera del espacio lógico, en una dimensión trascendental que solo puede ser dada (o revelada) por Dios.

5. Operadores de identidad lógica heracliteana

La afirmación de que "la vida es Misterio" y que "no tengo cielo ni suelo" apunta a una ontología marcada por la transitoriedad y la falta de fundamentos absolutos. Estos operadores de identidad lógica heracliteana rompen con cualquier intento de fijar al ser humano en un espacio cerrado o estático. En términos teológicos, este rechazo a los fundamentos absolutos podría interpretarse como una crítica a las formas dogmáticas de religión o filosofía que pretenden encerrar a Dios en sistemas rígidos.

En cambio, la identidad heracliteana se caracteriza por la apertura, el dinamismo y la disposición a ser transformado por el devenir divino. Esta actitud implica una confianza radical en que el Misterio de Dios se revelará en su debido tiempo, sin necesidad de imponerle categorías humanas.

Conclusión

El texto explora una visión de la vida y de Dios que se aleja de las certezas absolutas y de las estructuras lógicas rígidas, para abrazar una perspectiva dinámica y abierta al Misterio. En este marco, el Devenir se convierte en una forma de humildad ontológica, que permite al ser humano reconocer su lugar limitado en el cosmos y su dependencia de una revelación divina futura.

Teológicamente, el texto propone una imagen de Dios como alguien que "anda", un Dios en movimiento que no se deja atrapar por los sistemas lógicos humanos. Esta visión invita a una actitud de confianza y apertura frente a la vida, reconociendo que la verdadera identidad humana solo puede ser otorgada por Dios en su momento, a través del Acto. Esta concepción tiene implicaciones profundas para la filosofía, la ética y la espiritualidad, al desafiar cualquier intento de reducir el Misterio a categorías humanas.